En su nuevo disco, "La parte de los ángeles", Iván Noble se estrena en la siempre prolífica faceta del recién separado. Así, al papel del eterno perdedor que tanto le gusta personificar (un perdedor con más victorias que muchos campeones), y que tan bien le queda desde las épocas Caballeras, se le suman nuevas vetas relacionadas con esta etapa: el melancólico ("De un solo lado del colchón"), el nuevo soltero, con algunas dosis machistas ("Si supiera cual es mi vaso"), y el despechado ("El chico de los mandados"), entre otros. Estas nuevas personalidades hacen que el disco transite dentro de un clima nostálgico, con once historias contadas (y cantadas) en primera persona, en un tono confesional.
De esta manera, el ex Caballeros de la Quema sigue explorando el rock cancionero, más cercanos a sus dos primeras placas, con algunos toques funky/jazzeros, de la mano de Mariano Otero que en esta oportunidad, además de ser el productor (había participado en "Dicho y hecho"), se hace cargo de las guitarras.
El disco además cuenta con varios invitados entre los que se destacan Fito Páez en "Parte por parte", canción que parece hecha especialmente para el rosarino, con reminiscencias a su música, Javier Malosetti en "Cuentas claras", y Sebastián Wainraich, que se despacha con uno de sus monólogos en "Ella se muere".
En "La parte de los ángeles", Noble convierte una crisis ("Oportuncrisis", diría Homero) en arte, siempre apoyado en la sólida base que le dan sus letras (por primera vez en su etapa solista, las canciones son todas suyas), con esa mezcla de tanguero/bohemio/rockero/hedonista, y, a pesar de tener algunos puntos flojos, demuestra ser uno de los cantautores más interesantes de la actualidad.
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