La película toma este experimento, y exagerando algunas situaciones con respecto al original, muestra el proceso del mismo, y los resultados a los que se llegó cuando cada uno asumió realmente su rol.
Promediando la historia, la idea de que es una simulación queda eliminada. Los carceleros no solo cumplen su rol, sino que ya se sienten uno y ejercen su poder como tales castigando (por momentos con violencia física a pesar de las prohibiciones) y humillando a los presos, y de la misma manera, la sumisión de los prisioneros va creciendo a medida que van recibiendo los diferentes castigos (flexiones individuales y grupales, la quita de la cama y la ropa, la amenaza de ser encerrados en la celda de aislamiento, entre otras). Y es ahí donde reside la fuerza de la historia: en la transformación de las personalidades, tanto de los presos cómo de los carceleros, debido a las relaciones de poder; en que muestra qué está dispuesto a hacer el ser humano cuando se le da poder y se lo avala institucionalmente (varios con puestos jerárquicos harían bien en verla), y como esto, muchas veces, lleva a situaciones extremas solo por una lucha de egos. Una interesante película para ver, que transmite plenamente el clima y las sensaciones que se vivieron en ese experimento. La duda que queda es: ¿es esa la naturaleza humana?